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.La resistencia pacífica de Ghandi sólo funcionaba contra un opresor con prensa libre.No, la India serevolvería con sangre y terror, y con sangre y horror suprimiría China las revueltas, una a una.Los indios tenían que despertar de su modorra ahora, mientras aún había aliados fuera de sus fronterasque pudieran ayudarlos, mientras los chinos estaban todavía demasiado desperdigados y no se atrevían adedicar demasiados recursos a la ocupación.Les traeré la guerra para salvarlos como nación, como pueblo, como cultura.Les traeré la guerra mientrasaún exista una posibilidad de victoria, para salvarlos de la guerra cuando no haya otro resultado posible quela desesperación.Sin embargo, no tenía sentido preguntarse por la moralidad de lo que pretendía hacer, cuando aún nohabía pensado en la manera de hacerlo.Fue un niño quien le dio la idea.Lo vio con un puñado de otros niños, jugando al atardecer en el lecho de un río seco.Durante la estacióndel monzón, este arroyo sería un torrente: ahora no era más que una hilera de piedras en una zanja.Este niño, quizá de unos siete u ocho años, aunque podría haber sido mayor, pues su crecimientoquedaba lastrado por el hambre, no era como los otros niños.No corría y gritaba con los demás, empujandoy persiguiendo y arrojando cualquier cosa que encontrara.Al Principio Virlomi pensó que podría estarlisiado, pero no, su paso vacilante se debía a que caminaba entre las piedras del lecho del río, y tenía queajustar los pasos para no resbalar.De vez en cuando se inclinaba y recogía algo.Un poco después lo soltaba.Ella se acercó, y vio que lo que cogía era una piedra, y cuando la depositaba era sólo una piedra entreotras piedras.¿Cuál era el significado de su tarea, en la que trabajaba con tanta intensidad, y con tan pobresresultados?Virlomi se acercó al arroyo, muy por detrás de él, y observó su espalda mientras se perdía en elcrepúsculo, agachándose y levantándose, agachándose y levantándose.Está representando mi vida, pensó ella.Trabaja en su tarea, concentrándose, dándolo todo, perdiéndoselos juegos de sus compañeros.Y sin embargo no crea ninguna diferencia en el mundo.Entonces, cuando contemplaba el lecho del río por donde él había pasado, vio que podía encontrar confacilidad su rumbo, no porque hubiera dejado huellas, sino porque las piedras que recogía eran más clarasque las otras, y al dejarlas en lo alto, marcaba una ondulante línea de luz por el medio del arroyo.Eso no hizo que ella dejara de pensar que carecía de sentido: si acaso, era una nueva prueba.¿Quépodía conseguir una línea así? El hecho de que hubiera un resultado visible hacía que su trabajo fuera aúnmás patético, porque cuando llegaran las lluvias sería barrido, las piedras amontonadas unas encima deotras, ¿y qué diferencia habría si, durante un tiempo al menos, había una línea de piedras más claras por elcentro del lecho de un río?Entonces, de repente, su punto de vista cambió.El niño no estaba marcando una línea.Estabaconstruyendo una muralla de piedra.No, eso era absurdo.¿Una muralla cuyas piedras estaban separadas más de un metro? ¿Una murallaque no» tenía nunca más de una piedra de altura?Una muralla, hecha con piedras de la India.Recogidas y colocadas casi donde habían sido encontradas.Pero el arroyo era diferente porque la muralla había sido construida.¿Es así como comenzó la Gran Muralla de China? ¿Con un niño marcando los límites de su mundo?Regresó a la aldea y volvió a la casa donde le habían dado de comer y donde pasaría la noche.No habló con nadie del niño y de las piedras; de hecho, pronto pensó en otras cosas y no le preguntó anadie por el extraño chiquillo.Ni soñó con piedras esa noche.Pero por la mañana, cuando despertó con la madre y llevó sus dos cántaros de agua a la fuente pública,para que no tuviera que hacer esa tarea ese día, vio las piedras que habían sido apartadas a los lados delcamino y recordó al niño.Depositó los cántaros al borde del camino, recogió unas pocas piedras, y las llevó al centro del camino.Allí las dejó y regresó por más, colocándolas en una línea cruzando el camino.34Marionetas de la sombra Orson Scott CardSólo unas pocas docenas de piedras, cuando terminó.No era una barrera de ninguna clase.Y sinembargo era una muralla.Era tan obvia como un monumento.Recogió los cántaros y continuó hacia la fuente.Mientras esperaba su turno, charló con las otras mujeres, y unos pocos hombres, que habían venido arecoger el agua del día. He aumentado vuestra muralla dijo después de un rato. ¿Qué muralla? le preguntaron. La que cruza el camino. ¿Quién construiría una muralla cruzando un camino? le preguntaron. Como las que he visto en otras aldeas.No es una muralla real.Sólo una línea de piedras.¿No la habéisvisto? Te he visto a ti poniendo piedras en el camino.¿Sabes lo mucho que trabajamos para mantenerlodespejado? dijo uno de los hombres. Por supuesto.Si no lo mantenéis despejado en todas las demás partes dijo Virlomi , nadie veríadónde está la muralla.Hablaba como si lo que decía fuera obvio, sin duda, como si se lo hubieran explicado antes. Las murallas mantienen las cosas fuera dijo una mujer.O dentro.Los caminos dejan pasar lascosas.Si construyes una muralla que cruza un camino, ya no es un camino
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