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.Y oí gritar en alta voz a Michele que quería adherirse a lo que él creía, o sea que quería tener por pobre a Cristo crucificado, y por hereje al papa Juan XXII, puesto queafirmaba lo contrario.Se produjo entonces una gran discusión, en la que losinquisidores, muchos de los cuales eran franciscanos, querían hacerle entender que lasEscrituras no decían lo que él decía, mientras él, a su vez.los acusaba de negar la reglade su propia orden, y ellos contraatacaban preguntándole si acaso pretendía enseñarles ainterpretar las Escrituras a ellos, que eran maestros en la materia.Y fray Michele, enverdad muy terco, no cedía, hasta que los otros empezaron a provocarlo con frases como y entonces queremos que consideres a Cristo propietario y al papa Juan católico ysanto.Y Michele, insumiso, replicaba: No, es hereje. Y los otros decían que jamáshabían visto alguien tan firme en su iniquidad.Pero entre la muchedumbre agolpadafuera del edificio muchos decían que era como Cristo en medio de los fariseos, ycomprendí que entre el pueblo había muchos que creían en la santidad de fray Michele.178Umberto Eco El Nombre de la RosaPor último, los hombres del obispo se lo llevaron de nuevo a la cárcel con los pies en elcepo.Por la tarde me enteré de que muchos frailes amigos del obispo habían ido ainsultarlo y a pedirle que se retractara, pero que él respondía como alguien que estuvieseseguro de su verdad.Y repetía a todo el mundo que Cristo era pobre y que SanFrancisco y Santo Domingo también lo habían dicho, y que si profesar esa opinión justale valía el ser condenado al suplicio.tanto mejor, porque dentro de poco tiempo podríaver lo que dicen las Escrituras, y a los veinticuatro ancianos venerables del Apocalipsis,y Jesucristo, y San Francisco, y los mártires gloriosos.Y me contaron que dijo: Si contanto fervor leemos la doctrina de ciertos santos abades, con cuanto mayor fervor y gocehemos de desear encontrarnos entre ellos. Y al oír ese tipo de cosas los inquisidoressalían de la cárcel con expresión sombría, exclamando indignados (y eso pudeescucharlo): ¡Es la piel del diablo!A1 día siguiente nos enteramos de que la condena ya había sido dictada.Fui al obispadodonde pude ver el pergamino y copié parte del texto en mi tablilla.Empezaba así: In nomine Domini amen.Hec está quedam condemnatio corporalis etsententia condemnationis corporalis lata, data et in hiis scriptis sententialiterpronumptiata et promulgata. etcétera, y proseguía con una severa descripción de lospecados y culpas del mencionado Michele, que transcribo en parte para que el lectorjuzgue con prudencia:Johannem vocatum fratrem Micchaelem Iacobi, de comitatu Sancti Frediani,hominem male condictionis, et pessime conversationis, vite et fame, hereticum etheretica labe pollutum et contra fidem catholicam credentem et affirmantem.Deum pre oculis non habendo sed potius humani generis inimicum, scienter,studiose, appensate, nequiter et animo et intentione, exercendi hereticampravitatem stetit et conversatus fuit cum Fraticellis.vocatis Fraticellis dellapovera vita hereticis et scismaticis et eorum pravam sectam et heresim secutusfuit et sequitur contra fidem cactolicam.et accessit ad diccam civitatemFlorentie et in locis publicis dicte civitatis in dicta inquisitinne contentis,credidit, tenuit et pertinaciter affirmavit ore et corde.quod Christus redentornoster non habuit rem aliquam in proprio vel comuni sed habuit aquibuscumque rebus quas sacra seriptura eum habuisse testatur, tantumsimplicem tacti usum.Pero no eran éstos los únicos crímenes que se le imputaban.Y entre los restantes habíauno que me pareció feísimo, aunque no estoy seguro (tal como se desarrolló el proceso)de que en verdad llegara a afirmar tanto, pero, en suma, ¡se decía que aquel franciscanohabía sostenido que Santo Tomás de Aquino no era santo ni gozaba de la salvacióneterna, sino que estaba condenado y hundido en la perdición! Y la sentencia concluíaconfirmando la pena, pues el acusado en ningún momento había querido retractarse:Costat nobis etiam ex predictis et ex dicta sententia lata per dictum dominumepiscopum florentinum.dictum Iohannem fore hereticum.nolle se tantisherroribus, et heresi corrigere et emendare, et se ad rectam viam fidei dirigere,habentes dictum Johannem pro irreducibili, pertinace et hostinato in dictis suisperversis herroribus, nec ipse Iohannes de dictis suis sceleribus et herroribusperversis valeat gloriari, et ut eius pena aliis transeat in exemplum; idcirco,179Umberto Eco El Nombre de la Rosadictum Iohannem vocatum fratrem Micchaelem hereticum et scismaticum quodducatur ad locum iustitie consuetum, et ibidem igne et flammis igneis accensisconcremetur et comburatur, ita quod penitus moriatur et anima a corporeseparetur.Y aún después de haberse hecho pública la sentencia, acudieron a la cárcel unoseclesiásticos para advertir a Michele de lo que sucedería, e incluso les oí decir: FrayMichele, ya está lista la mitra v los manteletes, y en ellos han pintado unos fraticellijunto con unos diablos. Querían asustarlo para conseguir que por fin se retractara.Perofray Michele se hincó de rodillas y dijo: Pienso que junto a la hoguera estará nuestropadre Francisco y, más aún, creo que estarán Jesús y los apóstoles y los gloriososmártires Antonio y Bartolomé Lo cual era una manera de rechazar por última vez lasofertas de los inquisidores.A la mañana siguiente también yo acudí al puente del obispado, donde se habíanreunido los inquisidores, ante cuya presencia fue traído, siempre con el cepo puesto,fray Michele.Uno de sus fieles se arrodilló ante él para recibir la bendición.y lossoldados lo prendieron y se lo llevaron en seguida a la cárcel.Después, los inquisidoresvolvieron a leerle la sentencia al condenado y volvieron a preguntarle si queríaarrepentirse.Cada vez que la sentencia decía que era un hereje, Michele respondía hereje no soy, pecador sí, pero católico , y, cuando el texto decía el venerabilísimo ysantísimo papa Juan XXII" Michele respondía no, hereje.Entonces el obispo ordenó aMlichele que se arrodillase ante él, y Michele dijo que no se arrodillaba ante herejes.Ycuando lo hicieron arrodillar por la fuerza, murmuró: Dios no me culpará por esto.Ycomo lo habían conducido hasta allí ataviado con todos los paramentos sacerdotales,empezó una ceremonia en cuyo transcurso le fueron quitando uno por uno dichosparamentos, hasta quedar sólo con esa especie de falda larga que en Florencia llamancioppa.Y, como es costumbre cuando se priva a un cura de la dignidad sacerdotal, conun hierro afilado le cortaron las yemas de los dedos y le afeitaron la cabeza.Despuésfue entregado al capitán y sus hombres, quienes lo trataron con mucha rudeza yvolvieron a ponerle el cepo para llevarlo de nuevo a la cárcel, mientras él iba diciendo ala multitud: per Dominum moriemur.Según me informaron, hasta el día siguiente nosería quemado.Y en el transcurso de aquel día fueron otra vez a preguntarle si queríaconfesarse y comulgar.Pero se negó a cometer pecado aceptando los sacramentos dequien estaba en pecado.Y creo que no obró bien, porque con ello mostró que estabacorrupto por la herejía de los patarinos
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